Cuando era joven me sentía vacío. Tenía una buena familia y una buena vida, pero me sentí vacío.
Hay dos verdades de mí. Soy hecho en la imagen de Dios. Entonces, yo tengo valor eterno, y también Dios me ama completamente, como soy. La otra verdad es que yo soy un pecador, hecho en la imagen de mis deseos. Las dos son verdades, y viven juntos a mi alma.
Hace 46 años, cuando tenía 14 años, fui a las montañas, y una noche estaba hablando con Dios de una manera muy casual, porque yo amo la creación y la belleza del mundo. De repente, sentí la presencia de Dios de una nueva manera; no casual, pero en fuerza y presencia todopoderosa. Tenía mucho temor. Creo que el Padre quería mostrarme mi alma. Mi verdadera alma.
Rom. 3:23 dice que “todos han pecado y están lejos de la gloria de Dios” y en ese momento, y esto es dificil de entender, pero yo sentí que El Señor separó las cortinas de mi alma, y me permitió ver la oscuridad, el orgullo, la jactancia y avaricia que viven conmigo juntos a la imagen de Dios.
Cuando los vi, grité por salvación, y por un Salvador. Rom 6:23 dice que “la paga del pecado es muerte, mientras que el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Entonces Cristo me salvó, porque “todo el que invoque el nombre del Señor sera salvo”. (Rom 10:13) El me salvó, no porque fui tan bueno, pero porque Cristo me ama, completamente, como yo soy. Rom 5:8 dice “Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Sentí algo como miel o aceite fluyendo y cayendo en mi. La presencia de Cristo me lavó y me hizo nuevo. El gozo y la libertad de ese día es real desde hace 46 años. Más tarde aprendí que es el Nuevo nacimiento del cual Cristo habló en Juan 3.
¡Nunca he sido el mismo, desde ese día! Estaba ciego, pero ahora veo! Estaba vacío pero ahora estoy lleno. Colosenses 1:27 dice que ese “es la gloriosa riqueza de este misterio, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria.”
Dios les bendiga a todos, y gracias por escuchar a mi testimonio de lo que Dios hizo por mi.